
El Espíritu Monástico de Pesqueiras
En el corazón de la Ribeira Sacra, donde los ríos Miño y Sil esculpen cañones de
vértigo y las laderas se visten de viñedos heroicos, surge el vino Cenobio de
Pesqueiras. Su nombre rinde homenaje a los antiguos cenobios benedictinos que,
desde el siglo XII, poblaron estas tierras buscando recogimiento y trascendencia. La
parroquia de Pesqueiras, en la subzona de Chantada, fue testigo de la vida monástica
en la iglesia de Santa María, joya del románico gallego, donde las monjas oraban entre
bosques centenarios y terrazas de viña que descendían hasta el Miño.
La historia de este vino se entrelaza con la de los eremitas y monjes que, atraídos por
la monumentalidad del paisaje y la espiritualidad del lugar, transformaron la Ribeira
Sacra en un mosaico de monasterios, viñedos y cultura. Aquí, el vino no era solo
sustento, sino símbolo de hospitalidad y liturgia, imprescindible en la mesa y en el altar.
Los monjes, guardianes de la tierra y del saber, perfeccionaron el cultivo de la vid en
bancales imposibles, transmitiendo técnicas y pasión de generación en generación.
Cenobio de Pesqueiras, es el eco de ese legado: un vino nacido de la simbiosis entre
la monumentalidad del agua y la piedra, la devoción monástica y la naturaleza
indómita. Cada botella encierra la memoria de los días de oración, el rumor del Miño y
la luz que inunda los ábsides de Santa María, invitando a quien la descorcha a un viaje
sensorial y espiritual por la Galicia más auténtica.
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